Ahora no tienen aspecto humano. Parecen una máquina.
Arriba 3-1 en la serie y con una efectividad a un nivel nunca visto en la final de la NBA, los Spurs se dirigen a casa con una oportunidad de dar el martillazo final el domingo por la noche en el quinto partido.
El Heat de Miami, que logró arrebatarle el campeonato a los Spurs el año pasado, tiene dos días para dilucidar qué puede hacer para lograrlo de nuevo.
“Son una máquina muy bien aceitada y mueven el balón extremadamente bien”, dijo LeBron James. “Te ponen en muchas situaciones difíciles. Si no actúas justo en el momento oportuno, justo en el blanco, te van a hacer pagar por ello”.
Los Spurs ganaron por diferencias de 19 y 21 en los dos partidos en Miami y llevan una efectividad de 54,2% en la serie. El récord para una serie final de la NBA de cualquier extensión es de 52,7%.
Ningún equipo se ha repuesto de una desventaja de 3-1 en la historia de la final, y el Heat fue vapuleado a tal grado en Miami que la única razón para pensar que pudiera refrendar su campeonato es por lo que ha hecho en el pasado.
Duncan dijo que el recuerdo de la derrota de la campaña pasada -el dolor que ha impulsado a los Spurs a través de toda esta temporada- “definitivamente resurgirá” antes del domingo.
“Como dije, sabemos el calibre de equipo que son, y tenemos mucho respeto por lo que son capaces de hacer”, afirmó.
Con seguridad los dos días libres antes del partido estarán llenos de conversaciones en torno al incierto futuro del Heat, en momentos en que James, Dwyane Wade y Chris Bosh ya pueden declararse agentes libres. ¿Podría una paliza así convencer a James de que tiene que irse para encontrar una mejor alineación en otra parte? ¿O al contrario, darle más determinación en su deseo de quedarse y hacer que el Heat vuelva a estar hasta arriba?
Pero por lo pronto los bicampeones tienen preocupaciones más urgentes.
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