GRANADA -- Hay motivos para que en México estén orgullosos de su selección de básquetbol, un deporte minoritario en el país que se ha hecho grande con el paso de los años y que encontró la primera gran recompensa de este nuevo e ilusionante periodo al ganar la medalla de oro en el FIBA Américas de Caracas 2013. Allí logró un hito histórico como vencer a Argentina en semifinales y en la final a un Puerto Rico marcado por unas buenas sensaciones que se han diluido en este Mundial.
Luego llegó el Centrobásket de este verano. Un fogueo premundial necesario para ver en qué punto estaba el equipo dirigido por el español Sergio Valdeolmillos. El balance fue de lo más óptimo después de que se alzaran con el torneo.
La actuación del 'Tri' fue un buen indicativo de cómo llegaban al campeonato del mundo, la palestra internacional con la élite del básquetbol, donde además quedaron encuadrados en un grupo harto complicado.
Eslovenia, Lituania y Australia eran huesos muy duros de roer, pero Angola y Corea eran las peritas en dulce a las que se tenían que agarrar los mexicanos. Y así fue.
Necesitaban vencer en esos dos partidos y aguardar a que se cumpliera el guión en los enfrentamientos entre las dos débiles y las fuertes. Australia sucumbió en la última jornada ante Angola en lo que muchos han interpretado como una manera de evitar a Estados Unidos hasta semifinales.
Aparte de ese contratiempo, todo fue sobre ruedas para los intereses de México, que ha sido capaz de clasificar a la siguiente fase tras quedar en la cuarta plaza en el primer Mundial que disputan en 40 años.
Se trata de un premio para un país en el que aún no existe una infraestructura apropiada. Crece la afición, sin embargo faltan medios para que la juventud se desarrolle en una nación que rezuma fútbol por los cuatro costados.
El propio Gustavo Ayón criticó duramente la manera en la que los medios mexicanos contribuyen para que el básquetbol sea un deporte clandestino, escondido tras el rebufo del deporte rey y alentado por la afición a la NBA. Por eso, los éxitos internacionales de la selección de México son el éxito del baloncesto en general.
El premio al trabajo de Valdeolmillos y el resto del cuerpo técnico y jugadores encontrará el clímax en los octavos de final del torneo ante la superpotencia mundial, EE.UU.
El premio llega demasiado pronto. Los estadounidenses encarnan un favoritismo incuestionable que podría frenar las aspiraciones mexicanas este fin de semana. La cita está hecha a medida de un equipo que no tiene nada que perder y que jugará sin la presión de la igualdad de condiciones.
Los ojos de medio mundo estarán pendientes del partido ante la NBA, frente a unos jugadores que están escribiendo la historia de la mejor liga del mundo. Los Jorge Gutiérrez, Héctor Hernández, Paul Stoll o David Meza tienen la oportunidad de compartir la duela con jugadores de la talla de James Harden, Anthony Davis, Stephen Curry, Derrick Rose o Damian Lillard.
Y en el tintero queda un Ayón que es duda para el encuentro debido a una inflamación en el hombro izquierdo, algo parecido a lo que le sucedió cuando se operó el derecho. El pívot de México es sin duda el jugador que aglutina las ganas de agradar de equipo. Hasta la presencia de Gutiérrez en Brooklyn Nets, Ayón fue durante varios años el mexicano ilustre de la NBA y gracias a él, el básquetbol del país ha subido varios escalafones.
El encuentro entre estadounidenses y mexicanos es una oportunidad para disfrutar, para sacar jugo a una situación deseada por todos los aficionados del país que no se produce desde hace siete años, cuando los estadounidenses se impusieron 127-100 en el FIBA Américas celebrado en Las Vegas. Ambas selecciones se han enfrentado seis veces y México ha sido capaz de imponerse.
Pero esto no importa cuando se tiene la oportunidad de dificultar las cosas a una selección favorita como la estadounidense. Por imposible que esto pueda parecer.


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